EL SUEÑO DE LA SIRENA.
Camila sueña con ser médica. A sus catorce
años habla ya como una mujer madura que sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Sonríe y
se ruboriza cuando le digo que voy a escribir sobre ella porque me parece que
su historia es de contar, me dice -“Ay profe qué pena, no”-. Pero responde a
todas mis preguntas con mucha amabilidad y le pone el tinte de seriedad que la
ocasión amerita.
Cuando tenía cinco años de edad,
sus padres Carmenza Luna y Jorge Beltrán, descubren que Camila tiene sobre
el hombro derecho una masa muscular que en poco tiempo alcanza el cuello de la
niña. Esta situación los lleva a
consultar con el médico de la familia. Después de los análisis de rigor el médico les anuncia que el accidente que sufrió Camila
al nacer y que provocó que su pequeño hombro se pegara contra el hueso pélvico
de la madre, había causado que los
nervios y tendones de su hombro derecho formaran una masa muscular que poco a poco fue creciendo
hasta causar cierto impedimento para
realizar algunas actividades propias de su edad.
El médico les aconseja a los
padres que Camila debe practicar un deporte donde pueda hacer mucho ejercicio pero
sin contacto con otras personas que puedan causarle lesiones más graves. El
más completo e indefenso para ella sería la natación.
Desde los cinco años, Camila practica la natación con un rigor y una disciplina que la han llevado a
participar en torneos municipales, departamentales y nacionales con la liga de
natación del Tolima. Cuenta en su vida de nadadora de alto rendimiento, con
varias medallas obtenidas en los torneos en los que ha participado
representando a Ibagué y al Tolima, que
la han posicionado como una promesa deportiva del departamento y del país, y
como deportista que varias universidades ya quieren tener. Su futuro parece
asegurado porque estas universidades le ofrecen beca para estudiar la carrera
que quiera escoger y además la oportunidad de seguir compitiendo.
Pero todos estos triunfos son el
resultado de un entrenamiento riguroso y una vida disciplinada. Antes de
empezar su jornada académica todos los días a las 6:15 a.m., en
el colegio Nuestra Señora de Fátima, Camila ya ha tenido un entrenamiento en las piscinas olímpicas de Ibagué desde las cuatro de la
mañana. Para ello se ha levantado a las tres de la mañana y ha atravesado la
ciudad para llegar al campo de entrenamiento. De allí sale directamente para el
colegio y en el camino desayuna. Una vez termina su jornada académica a la 1:20 p.m., llega a su casa, descansa, hace sus
tareas, adelanta trabajos y nuevamente a las 4:00 p.m. ya está de vuelta en
las piscinas entrenando hasta las 8:30 p.m. los estilos de nadado en los cuales compite: pecho, libre, espalda y mariposa, este último es el que más le gusta pero es el que más le
cuesta por su dificultad en el hombro.
__Yo quiero seguir y seguir, pero me canso,
entonces mis compañeros de equipo me dan ánimo y me dicen que sí, que voy a
lograr la marca y yo no me rindo porque sé que lo voy a lograr. La fuerza está
en la mente y no en el cuerpo__, dice Camila. Además reitera que es duro pero ya que se tiene la
disciplina, ya hace falta, y hay que
seguir practicando si se quieren alcanzar los sueños.
Nunca se queja por
nada, estudia con método y disciplina, es atenta en clase, participa en todos
los proyectos escolares y es excelente estudiante y amiga, comentan sus compañeros
del grado noveno.
Camila es un referente a seguir
para cualquier adolescente de su edad
por su tenacidad, por su ejemplo de vida, porque no se rinde ante las
dificultades. A sus catorce años habla con propiedad, sabe que le espera una
operación de alto riesgo cuando cumpla
la mayoría de edad, decisión que deberá tomar ella y que definirá su vida
futura y su carrera deportiva. Por ahora estudia y practica con dedicación y
sin queja, pues sabe que estudio y deporte son fundamentales para alcanzar el
sueño de ser médica y ser la mejor nadadora del país.