viernes, 4 de octubre de 2013

MI COMPAÑERA FIEL
                                                                                             
                                                                                             

A Enrique Portela, agente de la policía  de la ciudad de Bogotá, un día le cambio la vida drásticamente. Sus superiores le  informaron que sería trasladado de Bogotá para la capital del Tolima, Ibagué. Al llegar a Ibagué, lo recibieron con la noticia que debía prestar su servicio en la ciudad de Armero, meses antes de la avalancha. Él, hombre  entregado a su deber como policía no discutió la decisión  y  se dispuso a cumplir con lo mandado.

Pero cuando ya  preparaba su  partida,  un agente que lo conocía y sabía su gran habilidad con la trompeta, habló con el Coronel y lo hizo tocar frente a éste, quien quedó maravillado con la manera casi mágica con que salían los acordes de esa trompeta. No tuvo que hablar el agente Portela, pues el Coronel lo dejó en Ibagué tocando en la banda marcial del comando.

Portelita o Gordo como lo llaman sus amigos, comenzó a tocar el primer minuto de silencio en  el primer aniversario de la avalancha de Armero. Luego, les fue dando el adiós lastimero a sus compañeros que morían y morían por causa de las diferentes guerras que azotan al país; ataúdes dispuestos en filas abrigados por la bandera que habían querido defender, ahí estaban ellos, sus amigos,  sus compañeros, por eso agarraba con fuerza la trompeta y cerraba los ojos al momento de tocar el minuto de silencio como si cerrando los ojos los pudiera ver aún vivos frente a él.

Esa  trompeta, fue su compañera durante 15 años. En ella descargaba sus emociones por eso la mantenía siempre brillante. al momento de tocarla, Portelita y la trompeta se  hacían uno solo y expresaban,  todo el dolor que no se podía  decir, toda la rabia contenida, todo el horror de tener que morirse cuando aún no tocaba que morir. Por eso ese sonido que emanaba de aquella trompeta conmovía hasta los huesos y muchas lágrimas rodaron en aquellos momentos de inspiración del agente.

Enrique Portela, es hoy un pensionado de la policía, “a Dios Gracias” –dice él- pero todavía recuerda con gran nostalgia  y una mezcla rara de emociones lo que le producía tocar aquella trompeta que llegó a ser su  única  amiga fiel.


MARY MARLOTH  PORTELA 
Exalumna Nusefa 2007