lunes, 3 de junio de 2013

EL SUEÑO DE LA SIRENA.




Camila sueña con ser médica.  A sus catorce  años habla ya como una mujer madura que sabe lo que hace,  por qué lo hace y para qué lo hace. Sonríe y se ruboriza cuando le digo que voy a escribir sobre ella porque me parece que su historia es de contar,  me dice  -“Ay profe qué pena, no”-. Pero responde a todas mis preguntas con mucha amabilidad y le pone el tinte de seriedad que la ocasión amerita.

Cuando tenía cinco años de edad, sus padres Carmenza Luna y Jorge Beltrán, descubren que  Camila  tiene sobre el hombro derecho una masa muscular que en poco tiempo alcanza el cuello de la niña. Esta situación  los lleva a consultar con el médico de la familia. Después de los análisis de rigor el médico les anuncia que el accidente que sufrió Camila al nacer y que provocó que su pequeño hombro se pegara contra el hueso pélvico de la madre,  había causado que los nervios y tendones de su hombro derecho formaran  una masa muscular que poco a poco fue creciendo hasta causar cierto  impedimento para realizar algunas actividades propias de su edad.

El médico les aconseja a los padres que Camila debe practicar un deporte donde pueda hacer mucho ejercicio pero sin contacto con otras personas que puedan causarle lesiones más graves. El más completo e indefenso para ella sería la natación.

Desde los cinco años, Camila  practica la natación con un rigor  y una disciplina que la han llevado a participar en torneos municipales, departamentales y nacionales con la liga de natación del Tolima. Cuenta en su vida de nadadora de alto rendimiento, con varias medallas obtenidas en los torneos en los que ha participado representando a Ibagué y al Tolima, que la han posicionado como una promesa deportiva del departamento y del país, y como deportista que varias universidades ya quieren tener. Su futuro parece asegurado  porque estas universidades le ofrecen beca para estudiar la carrera que quiera escoger y además la oportunidad de seguir compitiendo.

Pero todos estos triunfos son el resultado de un entrenamiento riguroso y una vida disciplinada. Antes de empezar su jornada académica todos los días a las 6:15 a.m., en el colegio Nuestra Señora de Fátima, Camila ya ha tenido un entrenamiento  en las piscinas  olímpicas de Ibagué desde las cuatro de la mañana. Para ello se ha levantado a las tres de la mañana y ha atravesado la ciudad para llegar al campo de entrenamiento. De allí sale directamente para el colegio y en el camino desayuna. Una vez termina su jornada académica a la 1:20 p.m., llega a su casa, descansa, hace sus tareas, adelanta trabajos y nuevamente a las 4:00 p.m. ya está  de vuelta en  las piscinas entrenando  hasta las 8:30 p.m. los estilos de nadado en los cuales compite: pecho, libre,  espalda y mariposa, este último es el que más le gusta pero es el que más le cuesta por su dificultad en el hombro.

 __Yo quiero seguir y seguir, pero me canso, entonces mis compañeros de equipo me dan ánimo y me dicen que sí, que voy a lograr la marca y yo no me rindo porque sé que lo voy a lograr. La fuerza está en la mente y no en el cuerpo__, dice Camila. Además reitera que es duro pero ya que se tiene la disciplina, ya  hace falta, y hay que seguir practicando si se quieren alcanzar los sueños.

Nunca se queja por nada, estudia con método y disciplina, es atenta en clase, participa en todos los proyectos escolares y es excelente estudiante y amiga, comentan sus compañeros del grado noveno.

Camila es un referente  a seguir para cualquier adolescente de su edad  por su tenacidad, por su ejemplo de vida, porque no se rinde ante las dificultades. A sus catorce años habla con propiedad, sabe que le espera una operación de alto riesgo  cuando cumpla la mayoría de edad, decisión que deberá tomar ella y que definirá su vida futura y su carrera deportiva. Por ahora estudia y practica con dedicación y sin queja, pues sabe que estudio y deporte son fundamentales para alcanzar el sueño de ser médica y ser la mejor nadadora del país.

Yolanda López
2013